Medir los niveles de contaminación de las 6 bases argentinas
permanentes, será la tarea principal del equipo nacional.
El jueves, por la noche, desde la dársena 6 del puerto de Buenos Aires,
zarpó rumbo a la Antártida el buque polar ruso "Golovnin". Si bien
los preparativos vienen desde diciembre, la salida del "Golovnin",
que dentro de siete a diez días llegará a la base de las islas Orcadas, marca
el inicio de la campaña antártica 2015-2016.
"Este barco lleva el 80% de toda la carga anual",
dijo Walter Ceballos, Secretario de Logística del Ministerio de
Defensa.
La campaña antártica de este año se ha trazado, entre otras
metas de investigación científica, empezar a medir los niveles de contaminación
de las seis bases permanentes que tiene el Estado Argentino (existen otras siete
bases que desde marzo y por todo el invierno se "repliegan" y dejan
de funcionar). "La misión antártica argentina tiene como objetivo alcanzar
una mayor sustentabilidad ambiental y ver, entonces, cómo disminuir los niveles
de contaminación ambiental", dijo Ceballos.
El Golovnin cumple el rol que hasta 2007 llevaba adelante el
emblemático rompehielos "Almirante Irizar", hasta que un incendio lo
sacó de funciones. En los astilleros Tandanor están terminando su refacción y
reacondicionamiento (un "up-grade", mencionan). En Defensa existe la
expectativa de que pasado mediados de año, el Irizar vuelva al mar. Los
arreglos, en un principio, estaban previstos para 2010.
El buque ruso, que no es un rompehielos, fue contratado por
licitación pública internacional. 16,7 millones de dólares costó su alquiler.
Un capitán de origen chino está al mando. Como máxima autoridad argentina, se
embargó el "comandante antártico" (así se lo denomina) Marcelo
Tarapow, hermano de Guillermo Tarapow, el capitán de fragata, el último oficial
del Irizar.
7.100 tambores de 200 litros con combustible, generadores
eléctricos, cámaras frigoríficas, alimentos y dos helicópteros (también rusos)
capaces de levantar 5 toneladas con un guinche, visitarán las bases Orcadas,
Carlini, San Martín, Esperanza y Marambio. La base Belgrano 2, la más austral
de todas, recibe sus provisiones vía una descarga aérea que realiza una empresa
australiana.
El Tratado Antártico es muy exigente en temas ambientales.
El Comité Antártico de la ONU certifica las acciones orientadas en ese sentido.
"Mejorar la calidad ambiental, también es mejorar nuestra posición
geopolítica sobre la Antártida, no es un snobismo ecológico", fundamentó
Ceballos. "Este año tenemos como objetivo medir la huella de carbono (el
nivel de contaminación) en la misión antártica. Queremos fijar una línea de
base para que toda la misión antártica tenga en cuatro años la certificación
14.000", dijo el Secretario.
La certificación ISO 14.000 reúne un conjunto de normas
internacionales para alcanzar sustentabilidad ambiental en operaciones,
infraestructura y servicios. En estos momentos, solo la base Marambio cuenta
con la certificación 14.001, referida a operaciones de logística.
"Una vez que sepamos los niveles de contaminación,
vamos a avanzar en la eficiencia energética: un mapa energético de la Antártida
nos dirá dónde tengo condiciones para energía eólica, dónde y en qué época del
año para energía solar. Hoy, el cien por ciento de la energía que usan las
bases es de origen fósil (gasoil)", agregó Ceballos. La tercera etapa será avanzar en una nueva
infraestructura para las bases, "que ya tiene una antigüedad de unos 50
años". Infraestructura portuaria, pistas de aterrizaje, barracas, talleres,
generación o abastecimiento de energía.
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