Redescubren un sitio histórico en la Antártida Argentina
La historia del sitio comienza en el verano 1892/3, cuando
el capitán noruego Carl Anton Larsen explora aquella región con la idea de
extender la industria ballenera al sur. Larsen descendería entonces en lo que
hoy conocemos como isla Marambio, en zona cercana a la base argentina, dejando
allí las primeras huellas humanas. Allí, recolectó algunos fósiles de
invertebrados, que luego serían los primeros de la Antártida en ser estudiados.
Antes de partir, instaló en la isla un mojón de piedras con un poste de dos
metros en el que escribió el año y el nombre del barco de la expedición, Jason.
Diez años después, aquellos fósiles atraerían a otro gran
explorador escandinavo, el Doctor Otto Nordenskjöld, geólogo líder de la
Expedición Antártica Sueca 1901-03, embarcada en el buque Antarctic, piloteado
por el mismo Larsen. Esta expedición, que tuvo ayuda del Estado argentino,
contó con un grupo de seis invernantes, entre los que se encontraban
Nordenskjöld y el alférez de la Armada Argentina José María Sobral. Estos
invernantes debían desarrollar actividades científicas durante un año en isla
de Cerro Nevado, cercana a la isla Marambio. Sin embargo, cuando el Antarctic
intentaba traerlos de regreso un año después, a principios de 1903, los hielos
terminaron hundiéndolo. Los invernantes, así como los náufragos debieron
sobrevivir otro invierno en aquel continente. En busca de alguna señal de
rescate, Sobral con uno de los científicos suecos se acercaron al norte de la
isla Marambio, y encontraron aquel viejo mojón, dejando grabados también sus
nombres y la fecha, octubre de 1903.
MojDías después, aquel solitario mojón tendría nuevamente un
rol protagónico en la historia heroica de la Antártida, al ser encontrado por
tripulantes de la corbeta ARA Uruguay, bajo el mando del teniente de navío
Julián Irízar. La República Argentina había enviado esta expedición de rescate
ante la falta de noticias de la expedición sueca. Los marinos supieron por las
inscripciones en el poste que su compatriota y el científico sueco se
encontraban con vida, por lo que dejaron una nota informando que continuaban
con la búsqueda, encontrándolos días después más al sur.
Luego de ese épico rescate, el mojón, solitario y precario
sistema de correo antártico, debió esperar cuarenta años hasta recibir una
nueva visita, cuando expedicionarios británicos de una operación secreta en la
Segunda Guerra Mundial, lo encontraron y fotografiaron, además de tomar la nota
dejada por los marinos argentinos. Tanto aquella nota como el mojón
permanecerían en la oscuridad de la historia. Pero todo cambiaría en febrero de
2016 cuando un grupo de trabajo compuesto por el historiador del Instituto
Antártico Argentino, Pablo Fontana, y los suboficiales de Ejército Guillermo
Aguilera Meneses y Cristián Rojas, lograría localizar aquel valioso sitio,
luego de una extensa búsqueda en el terreno con apoyo de la Base Marambio y de
una investigación histórica que también dio como resultado el hallazgo de la
nota dejada por los marinos argentinos, que se encontraba en el archivo del
Scott Polar Research Institute, sin catalogar.
Desde el mojón, puede verse parte de la Base Marambio,
puerta de entrada aérea en la Antártida, desde la cual los helicópteros
despliegan los campamentos de científicos argentinos, que entre otras
disciplinas, continúan con el desarrollo de la paleontología antártica de
invertebrados, nacida en aquel mismo sitio hace más de cien años. Gracias al
trabajo conjunto de científicos y diplomáticos argentinos, el mojón de Larsen
permanecerá protegido y difundido como nuevo Sitio y Monumento Histórico del
Tratado Antártico aprobado con el número 94 el pasado 11 de julio por la
reciente 42 Reunión Consultiva del Tratado Antártico a partir de una propuesta
conjunta de la Argentina con Noruega, Suecia y el Reino Unido, simbolizando los
logros de la ciencia y la cooperación internacional, pilares fundamentales del
Programa Antártico Argentino.
1 comentario:
Excelente nota! Gracias por publicarla!
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